¿Como salir bien librado después de hacer una crítica personal al sistema capitalista y reivindicar la anarquía? ¡Con humor! Esa creo que fue la apuesta de los directores Benoit Delepine y Gustave Kervern al hacer esta película, en ocasiones tan llena de metáforas y en otras no tanto, que aterrizan en el mismo plano de la crítica social pero no de la mordaz e hiriente si no de la más sutil y humorística.

Es cierto que también se presta para diferentes niveles de lecturas y sublecturas, pero así son sus películas, donde los personajes siempre son los marginados, los que no tienen clase, los excluidos del sistema; pero aun en su aparente locura o ignorancia tienen un grado de lucidez y dignidad que deja en claro hacia dónde se dirigen los dardos que lanzan, una tendencia innata hacia la rebeldía y la burla.

"¡El camino más corto a la libertad es caminar todo recto!" reza uno de los personajes mientras camina sin importarle que haya al frente, brinca bardas, entra a casas, chapotea en una pequeña alberca y sigue avanzando... Todo esto después de haber dejado su trabajo, haberse divorciado y renacer como "Dead", el nuevo nombre punk-anarquista tatuado en su frente, con que lo bautizó su hermano.

Una película que cumple con el objetivo, pero para los más exigentes tendrán la sensación de sentir que algo no se concretó al final. El cierre me gustó, diciéndoles a todo el mundo que los discriminados, sin hogar, excluidos están ahí, no son invisibles: "We are not dead".